Eras de las personas que a tan solo cinco minutos de haberte
conocido, ya te habías metido en nuestro corazón. Estoy completamente segura
que al igual que yo, todo el mundo piensa eso de ti.
Brillabas con luz propia. Una luz radiante que transmitía entusiasmo,
felicidad. Una luz que aún perdura, que sigue brillando muy fuerte. La vida
tuvo momentos en los que no te trató bien pero pese a ello, tú supiste sacar la
fuerza necesaria para que ningún revés consiguiera quitarte tu bonita sonrisa.
Tu eterna sonrisa… Al revés, supiste valorar cada minuto que viviste
acompañándolo con unas ganas de vivir realmente admirables.
Ejemplo a seguir en todos los aspectos. Una mujer con una calidad
humana impecable. Íntegra en toda ella; compañera, amiga, esposa, una profesional
que le daba significado a la palabra “maestra”… Madre… Hay tantos adjetivos que
podrían calificarte…
Madre… madre ejemplar de tus hijos, pero madre de tantos y
tantos otros… Eran tus niños los que te daban la vida. He escuchado esa frase
tantas veces de ti… no importaba los problemas que hubiera, te metías en tu
cole rodeada de tus niños, y las preocupaciones se esfumaban.
Nos has cuidado a todos. No solo a tus niños del cole.
Cuidabas a nuestros niños, pero también nos cuidabas a nosotros. A tus amigos,
a tus compañeros… a todas y cada una de las personas que estaban a tu lado. Y
eso es algo muy valioso, porque eran muchas, muchas…
Pese a los duros momentos que estamos viviendo, es
inevitable pensar en ti y no sonreír. Recordar tu sonrisa… Siempre inquieta,
pendiente de todo y de que todo estuviera bien. Que estuviera bien hecho. No sé
cómo lo hacías, pero conseguías estirar el día para poder hacer tantas cosas… Y
siempre acompañadas por algo, entusiasmo.
Es un orgullo el hecho de que esta vida nos diera el
privilegio de haberte conocido. De que formáramos parte de ti. Porque personas
como tú, marcan. Y mucho. Porque eres un ejemplo a seguir.
No te has ido, mi querida amiga. Las personas se van cuando
se las olvida. Y tú estás en el corazón de muchísima gente. Y ahí estarás por
siempre. Porque ese lugar te lo has ganado a pulso.
Sigue cuidándonos como has hecho siempre, aunque de sobra sé
que lo seguirás haciendo. Y que tu recuerdo y todo el legado que nos has dejado
nos ayude a sobrellevar tu ausencia.
Tan solo queda decirte algo, allá en dónde estés… GRACIAS.
Gracias por ser como eras, por habernos querido tanto. Por habernos dado una
lección de cómo SENTIR cada día, cada momento… Te colaste en el alma de mucha
gente y allí seguirás viviendo… No te vemos, pero te sentimos.
Sé que no quieres vernos tan tristes, pero entiéndelo, es
inevitable… Tu entereza y tu fuerza nos ayudarán a seguir hacia delante, como
tú nos enseñaste…
Te podremos sentir, con tan solo cerrar los ojos. Y para
verte, tan solo tendremos que mirar a tus dos hijos.
El alma de las personas nunca desaparece. Y todo lo bueno
que decimos sobre ti sale desde lo más profundo de nuestra alma. Así que con
tan solo cerrar los ojos podremos sentir ese abrazo tan grande que nos estás
dando, con tanto cariño… con tanta ternura…
Nos faltan palabras para poder expresar todo lo que nos has dado.
Te queremos mucho. Llévate todo este amor y amistad allá en
dónde estés.
Nuestro abrazo más cálido y repleto de cariño para toda su
familia. En mi nombre y el de todas y cada una de las personas que la queríamos
y la apreciábamos.
Nunca te olvidaremos…